23.12.09

" SOÑANDO COMETAS"
Sonaba la hora en el reloj de la iglesia, muy lejos, cualquier hora, cualquier día de verano en vacaciones deseadas, jugábamos a descubrir los léjios profundos de los otros mundos de aquel pueblo, mi pueblo, historias contadas por los ancianos, que creíamos a pies juntillas, visitando las marrales huecas y sus escondrijos, corríamos y saltábamos por los pedregales, recogíamos manojos de acerones y de hinojos para el guiso de garbanzos, que bueno a fuego de leña y la paciencia de mi abuela, siempre al gusto, lo probaba. En un momento de descanso alguien propuso hacer una cometa al día siguiente. Tiene que ser de material ligero , que no pese -dijo alguien-. Nos burlamos, reíamos con esa ignorancia sana y complice de los niños. Pues la haré yo solo -contestó con firmeza Romualdo-.
Vale mañana temprano en tu calle..., ¿vale? -respondí yo-.
Aquella mañana la Calle del Conejo, laberinto de historias, amaneció solitaria, soleada y única, estrecha, avancé ilusionado y allí estaba él, al final, junto a la fuente, con su ovillo de hilo, unas varitas de caña, pliegos de colores de papel de seda, un boceto agarabatado en una hoja de cuaderno y unas tijeras, harina y agua en un tarro de cristal. Después de pasada media mañana, la tecnica no la recuerdo, la terminó, la adosó una larga cola de trozos de tela de colores. Corríamos calle abajo sujetándola y la soltábamos, zigzagueaba antes de remontarse y volar elegante y suave, se bamboleaba de un lado a otro saludándonos, altiva y segura, caía en picado y emergía de nuevo, sonreíamos y gritábamos entusiasmados, libres, con los brazos abiertos, nos mirábamos cuales triunfadores de algún designio secreto y misterioso por venir, guiados por el escultor invisible de aquel momento único en la bella historia de la vida. J.B.V y Azil.

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