29.1.10

Pastaba una becerra entre un rebaño de ovejas. Mientras estas se disponían a sestear le encargaron que vigilase. La becerra aceptó, añadiendo el condicionante de que si sucedía algún imprevisto, lo afrontarían de manera conjunta. Aparecido el lobo y tras el aviso, las ovejas corrieron despavoridas dejando sola a la pobre becerra. ¡Sino hay ovejas buenas son las becerras!; pensó el lobo. Ante aquella adversa situación la ternerilla no dudó en utilizar su capacidad de razonamiento dirigiéndose al lobo en los siguientes términos: "Observe, señor lobo feroz, no soy más que un saco de huesos, apenas tengo suficiente carne para un solo bocado. Le hago la siguiente propuesta: la próxima vez que ronde el rebaño guardaré silencio y así usted elegirá a la oveja que más guste."
Me has adivinado el pensamiento. Precisamente es la misma proposición que iba ha hacerte para dejarte escapar, corre y ve con ellas.
Habiendo caminado la distancia prudente, se volvió la becerra hacia el lobo y le espetó: ¡Adiós señor lobo, que mañana tengan mejor suerte tanto usted como las ovejas….!

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